martes, 26 de abril de 2016

EL_ RE-FLE_JO



Cuando se consumó la transformación, Apolo quedó abrazado a Dafne -a su árbol- por largas horas. Su llanto dio paso a un inmenso sentimiento de paz y a un poderoso pensamiento: a partir de ahora su única misión en la vida era cuidar de este árbol, sencillo, hermoso y vibrante como no se había conocido.
Todas las mañanas al despuntar el alba, Apolo ya estaba junto al tronco para limpiar las gotas de rocío. Y al anochecer no eran pocos los días en que se acurrucaba en sus hojas caídas para pasar la noche al raso, acompañando cada instante de su existencia.
Pasaron los meses. Pasaron los años. Toda una eternidad. Apolo habría dado cualquier cosa por volver a abrazar a su amada.
Y entonces, un día como cualquier otro, ocurrió un hecho extraordinario. Había llovido desde el cielo y desde los ojos de Apolo. El agua había formado un pequeño charco bajo el árbol. El cielo se abrió, las nubes se disiparon, y justo en el momento en que el sol se ocultaba, Apolo bajó la cabeza para ver el reflejo del árbol en el agua, pero lo que pudo contemplar fue el rostro de su amada. Fue un destello apenas, pero suficiente para seguir cuidando el hermoso, sencillo y vibrante árbol de laurel por otra eternidad completa.

El Edén de Apolo y Dafne



El Edén de Apolo y Dafne



Apolo por vencido no se daba, pues a los dioses cada noche acudía para volver a ver a su amada. 
Mas respuestas él no recibía, Zeus se cansó de sus plegarias y una misión le encomendó: baja al mismísimo Inframundo, derrota a la criatura de tres cabezas, conocido como Cerbero, guardián del Tártaro, deja escapar las almas muertas, allí encontrarás el cuerpo de tu amada. 
Apolo en su carro alado montó y dirígese al Inframundo a realizar su cometido. 
Cerbero era la criatura más peligrosa de aquel averno. 
-Ábranse las puertas
-gritó Apolo.
Cerbero enfadado acudió a las puertas, 
-¿Qué buscas en estas tierras, Apolo, dios de la divina distancia? 
-Un alma he venido a buscar.
Cerbero avisó a Hades, dios del Inframundo.
-El dios del inframundo pide 10 años a su servicio por cada alma.
10.000 años perduró la encomienda de Apolo, mas cuando volvió a la búsqueda de su amada,no encontró un árbol, sino un enorme jardín lleno de árboles.
Apolo, asombrado por esta belleza, llamó a esto el Edén, 
mas tantos árboles había, que a su amada no encontraba entre tanta maleza.
 -¡Oh! Maldígame, padre Zeus del Olimpo, si no puedo estar con mi musa. Acuda a Peneo para que me convierta en laurel y junto a sus brazos en este edén poder crecer.

El fruto

Después de varios días de llorar y llorar, y crecer y crecer, Apolo dejó el lugar para no sufrir más por su amada. Al marchase de allí, un fruto del árbol cayó a escasos metros de sus pies. Apolo no quería comer, ya que lo tomaba como algo impuro al tomar a ese fruto como una parte de Dafne, pero el hambre y la deshidratación pudieron con él.
Era un fruto muy jugoso, con el mejor sabor que había probado jamás, así que lloró y lloró para poder hacer crecer el árbol y de esa manera obtener más frutos.
Dafne decidió recolectar la fruta y venderla a modo de venganza hacia Ladón



La Leyenda de la lechuza blanca

Apolo observó asombrado cómo Dafne desaparecía, y en lugar de ella aparecía una hermosa lechuza blanca, que volaba rápidamente alejándose de él.

Apolo, entristecido, compuso una canción, acompañado de su fiel compañera, la lira, y cada mañana volvía al mismo lugar donde su amada esquiva se fue.
Hasta que un día la lechuza apareció de la nada y escuchó atentamente su canción desde la rama de un olivo.

Desde aquel momento, hombre y lechuza se hicieron inseparables.
Aún hoy, en los campos de olivo, se puede escuchar una voz armoniosa y el ulular de una lechuza al despuntar el alba.



En una mañana..

En una mañana, a un niño rubio conocía, al que como amor
platónico tomé y toda mi riqueza ofrecía.
Yo todo le daba, pero poco recibía
y aprovechando mi muestra,
toda mi riqueza acogía.

¡ Pobre niño rubio que no sabía 
que aprovechándose de mi entrega sin ser correspondida,
él acabaría sin nada y yo rica de por vida!

jueves, 3 de marzo de 2016

Inspirados por Jorge Manrique


(Nuestras vidas son los ríos...)


 iniciamos nuestra clase escribiendo metáforas...


Nuestras vidas son cajas de bombones: nunca sabes lo que te puede tocar

Nuestras vidas son asteroides que navegan en un espacio infinito

Nuestras vidas son el comienzo del fin




Nuestras vidas son árboles: necesitamos de un factor externo que nos ayude a reproducirnos

Nuestras vidas son las veces que nos quedamos sin aliento

Nuestras vidas son árboles en otoño

Nuestras vidas son como el pan: todos luchan por él, pero solo algunos saben cómo hornearlo

Nuestras vidas son como animales que corren salvajes por la pradera hacia nuevos horizontes

La vida es como un móvil. A poco que la toques, surgen nuevas experiencias