Después de varios días de llorar y llorar, y crecer y crecer, Apolo dejó el lugar para no sufrir más por su amada. Al marchase de allí, un fruto del árbol cayó a escasos metros de sus pies. Apolo no quería comer, ya que lo tomaba como algo impuro al tomar a ese fruto como una parte de Dafne, pero el hambre y la deshidratación pudieron con él.
Era un fruto muy jugoso, con el mejor sabor que había probado jamás, así que lloró y lloró para poder hacer crecer el árbol y de esa manera obtener más frutos.
Dafne decidió recolectar la fruta y venderla a modo de venganza hacia Ladón
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